¡Por fin llega el buen tiempo!
A los niños les encanta esta época. En este periodo comienzan los baños en la playa y en las piscinas. Sin olvidar los momentos lúdicos y de diversión, tenemos que hablar de los riesgos que lleva consigo el agua y de las precauciones que debemos tomar.
Vigilancia y educación son la base de la prevención de los ahogamientos
Según la edad del niño, varia el tipo de problema. En los pequeños, lo fundamental es la vigilancia constante por parte de un adulto. En los mayores, hacerles ver que las imprudencias en el agua son muy peligrosas.
Si estamos en la playa hay que seguir las indicaciones de los vigilantes y el color de las banderas (roja: prohibido el baño, naranja: permitido bañarse, pero con precaución, verde: permitido el baño). No hay que bañarse cuando nos dicen que las condiciones del mar no lo permiten.
En las piscinas privadas o de viviendas unifamiliares se dan el 80% de los ahogamientos en nuestro país. En España aún no están sometidas a normas obligatorias, pero es prudente instalar una valla perimetral si hay niños pequeños en el domicilio. No hay que dejar a los niños nunca solos.
¿Es bueno enseñar a nadar pronto a los niños?
Es bueno que los niños aprendan a nadar y a practicar otros deportes. Pero, aunque el niño sepa nadar, según la edad que tenga, tendremos que seguir vigilándole. Pueden surgir problemas imprevistos mientras está en el agua. Las clases de natación y enseñar a sobrevivir en el agua pueden disminuir las tasas de ahogamientos en los niños.
Es conveniente que aprendan a nadar a partir de los 4 años. Sin embargo, la decisión de cuándo un niño debe iniciar dichas clases debe ser individualizada. Existen estudios que afirman que iniciar las clases entre los 1 y 4 años disminuye el número de ahogamientos.
Los padres deberán tener en cuenta la frecuencia de exposición al agua, la madurez emocional, las limitaciones físicas y otras cuestiones de salud como la hipotermia, infecciones, etc. El saber nadar bien en la piscina no implica que el menor esté a salvo en un entorno acuático natural, por lo que nunca deberá nadar sin la supervisión de un adulto.
¿Existe el “corte de digestión”?
Este término es muy confuso. En realidad es una “hidrocución”. Se trata de un choque de temperaturas entre el cuerpo (caliente) y el agua (fría). Éste enlentece de forma refleja la frecuencia cardiaca y puede haber pérdida de conocimiento e incluso paro cardíaco, y por lo tanto ahogamiento. Esto no tiene nada que ver con la digestión, pero tras comidas muy copiosas es más frecuente que ocurra.
Es raro que un niño haga comidas copiosas en verano, por tanto, la prohibición del baño en las 2 o 3 horas después de comer no tiene sentido, sobre todo, si el agua no es fría. Podría ser peor, si en esa espera el niño está jugando al sol y luego se tirase de golpe al agua. Por lo tanto, antes de entrar al agua refrescar la piel caliente, entrar despacio y salir inmediatamente si se siente mal.
A pesar de que se adopten todas las medidas de seguridad descritas, los padres no deben disminuir nunca la vigilancia de sus hijos.
Recomendaciones
- Cuando los bebés o los niños pequeños estén dentro o alrededor del agua, bien sea piscina o cualquier super cie de agua abierta (lagos, mar, ríos, etc.), deben de estar al alcance, y siempre mantenerlos supervisados por un adulto con experiencia. Para que esta vigilancia sea adecuada, la distancia hasta el menor debería ser inferior a la longitud del brazo del cuidador, es decir, hay que tenerlos al alcance.
- En el caso de niños mayores que sepan nadar, el adulto con experiencia o bien un socorrista, debe vigilarlos sin perderlos de vista con su atención dirigida en todo momento al niño o niños que se encuentran dentro del agua, evitando situaciones que puedan distraerle, como hablar por teléfono, conversar con otros, etc.
- La profundidad de la piscina debe estar debidamente señalizada a los lados de la misma. Los padres han de comprobar que la piscina es lo su cientemente profunda antes de permitir que los niños se tiren a la piscina de cabeza. Sin embargo, es mejor recomendar que los niños se tiren de pie.
- Para reducir el número de ahogamientos de niños en piscinas es efectivo el cercado completo de las piscinas a lo largo de todo su perímetro, de tal manera que aísle completamente la piscina del jardín y la vivienda. Además, es importante elegir zonas supervisadas por socorristas cuando estemos con niños en super cies de agua abiertas.
- Si se utilizan lonas para cubrirlaspiscinas,han de ser rmes y cubrir toda su anchura y longitud para evitar quelosniñospuedan atravesarlas o colarse por los bordes de esta y quedar atrapados debajo de la lona sin poder salir.
- Las piscinas infantiles o de chapoteo también deben estar vallados para impedir que los niños puedan acceder por sí solos. Si son piscinas lúdicas o polivalentes, se incorporarán medidas para evitar colisiones.
- Los desagües de las piscinas, tanto públicas como privadas, incluidas las de hidromasaje, deben tener dispositivos de seguridad (rejillas o cualquier otro mecanismo) que eviten la succión y el atrapamiento del pelo u otra parte del cuerpo.
- Si se utilizan alarmas de piscina (alarmas en el interior para detectar movimiento, alarma perimetral de infrarrojos, etc.) debe conocerse su funcionamiento correcto, tanto por parte de los propietarios como de los demás usuarios. Esta medida es insu ciente si se emplea como única medida preventiva.
- El adulto supervisor debería saber nadar, realizar un rescate, iniciar maniobras de reanimación cardiopulmonar y pedir ayuda.
- Nunca se puede dejar al niño solo o al cuidado de otro menor mientras esté en la bañera, piscinas, «spas» o cerca de cualquier boca de riego.
- Es importante advertir a los adolescentes del riesgo que supone consumir alcohol o drogas mientras se practica la natación o cualquier otra actividad deportiva acuática.
Dr. Antonio Salinas Pérez-Mosso
Col: 28 / 52097- 6